El perfeccionismo se fundamenta en la creencia de que debemos alcanzar la perfección en lo que hacemos. Aunque el deseo de mejora y aprendizaje nos ayuda a desarrollarnos y a conseguir nuestros objetivos, el exceso de perfeccionismo puede llevarnos a experimentar emociones negativas (angustia, tensión, estrés…); a no disfrutar de nuestros logros e, incluso, a que se instale un sentimiento de fracaso a pesar de hacer bien las cosas.
Las causas pueden ser múltiples, pero entre las más comunes podríamos destacar:
- Una baja autoestima que nos lleva a trabajar sin cesar para “compensar” nuestra supuesta falta de capacidad.
- Haber crecido en un entorno autoritario, en el que se exigen grandes responsabilidades y compromisos.
- Aprender el comportamiento perfeccionista al verlo en nuestras figuras de referencia, normalmente padre o madre.
- Desarrollar creencias que nos llevan a vincular el fracaso con inferioridad y falta de valía y que de esta manera hacen difícil la tolerancia al mismo.
- Crecer en un ambiente que ha humillado o elogiado constantemente puede desembocar en que nuestra autoestima dependa de nuestros resultados (no de nuestro ser) y nos lleve a una autoexigencia desmedida.
- Desarrollarse en un entorno con padres o hermanos muy exitosos, puede obligarnos a tratar de estar a la altura de lo que se nos exige como miembros de la familia.
En cuanto a las consecuencias negativas del exceso de perfeccionismo podríamos mencionar:
- Altos niveles de ansiedad anticipando la posibilidad de cometer errores o la incertidumbre sobre si los resultados de nuestras acciones serán los adecuados.
- Bloqueo y dificultad a la hora de tomar decisiones, lo que en ocasiones suele llevar a no tomar una decisión a tiempo, llevando a que sean las circunstancias y otras personas quienes decidan en nuestro lugar.
- Baja autoestima e inseguridad al magnificar los errores y minusvalorar nuestra capacidad para afrontarlos.
- Demora en la realización de tareas, incumplimiento de los plazos, lo cual tiene repercusiones laborales y empresariales, especialmente cuando se trabaja en equipo o para un/a cliente.
- Dificultades para delegar tareas, lo cual implica una sobrecarga de responsabilidades y altos niveles de estrés.
- Insatisfacción generalizada sobre los resultados obtenidos, en relación con el ingente esfuerzo que supone la tarea, el compromiso y la dedicación.
- Erosión en las relaciones interpersonales, dado que es difícil convivir con personas que demoran la toma de decisiones y que se muestran permanentemente insatisfechas con los logros.
Entre las soluciones y herramientas para hacerle frente, podemos trabajar las siguientes:
Gestiona la exigencia
- Define metas y objetivos que sean alcanzables, definidos y concretos. Huye de logros abstractos.
- Divide tus grandes metas en sub-metas y estas, a su vez, en objetivos intermedios que te ayuden a conseguirlas.
- Asegúrate de que hay un equilibrio entre las exigencias que plantea la situación y tu capacidad. Establece tu punto óptimo de exigencia y capacidad.
- Ponte plazos para tareas y para decisiones, cúmplelos y felicítate por ello.
- Cuando tengas que tomar decisiones, elabora un sistema en el que contemples pros y contras y dale un peso específico a cada uno de ellos en función de tus prioridades. Fija un tiempo para realizar esa reflexión y decidir y no lo superes. Más tiempo de rumiación no te garantiza una decisión más adecuada.
- Cuantifica el tiempo que no has dedicado en exceso a las tareas y elabora un listado de actividades, incluyendo el descanso, que vas a desarrollar en ese espacio.
Acepta tu vulnerabilidad
- Céntrate en el proceso y no solo en los resultados.
- Piensa que no es preciso ser la mejor, sino que basta con ser lo suficientemente buena.
- Prueba a delegar. Aunque las cosas se hagan de diferente manera, eso no implica que estén mal.
- No abandones tus altas expectativas, pero sin ofuscarte. Deja espacio a la flexibilidad y la improvisación.
- Abraza tu vulnerabilidad. Hay que ser muy valiente para mostrarse imperfecta, pero aceptar tus imperfecciones te hará más auténtica.
Recupera tus fortalezas
- Recupera tus fortalezas, recursos y capacidades y tenlos presentes.
- Fíjate en lo que has hecho bien, no en lo que podías haber hecho mejor.
- Celebra tus triunfos.
- Ábrete a otras perspectivas, visiones y alternativas, es probable que aprendas cosas positivas.
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Eskerrik asko! ¡Gracias por la visita!
Magnífica y, como siempre, muy atinada descripción de esta situación que suele provocar muchos problemas en quien lo sufre y que afecta de forma negativa, generalmente, a los que le rodean. Muchas gracias por tus aportaciones. Es un placer seguir aprendiendo. Con mis más cordiales saludos. Juan Alberto González
Gracias por seguir leyéndome y por hacerme llegar tus valiosas aportaciones, Juan Alberto. Un fuerte abrazo.