El miedo al rechazo es la emoción profunda que subyace a la necesidad de agradar o complacer. Aunque no sea exclusivo de ella, se encuentra detrás de muchos mecanismos que limitan el bienestar emocional.

Además de dificultar que nos mostremos como realmente somos, también evita que en muchas ocasiones nos enfrentemos a situaciones en las que sentimos que nos pueden evaluar, pudiendo llevarnos incluso a la parálisis o la inmovilidad.

El miedo al rechazo produce dolor, ya que físicamente provoca en nuestro cuerpo la liberación de las mismas sustancias que si hubiésemos recibido un golpe. Por otro lado, toca uno de los miedos existenciales del ser humano, el miedo al abandono.

El miedo per se, como todas las emociones, no es malo, sino que tiene una función de comunicación. En este caso, nos avisa de un peligro y, por tanto, es necesario para nuestra supervivencia. El problema es que nuestros temores actuales movilizan los mismos sistemas de los que estamos dotados para hacer frente a amenazas físicas, en un mundo en el que la mayor parte de lo que interpretamos como peligroso viene derivada de creaciones mentales propias.

Todas las personas tenemos miedos. Es la manera en la que nos relacionamos con ellos, la que condiciona nuestro desarrollo potencial como personas. La mayoría de las veces no podemos elegir sentir o no sentir miedo, pero sí podemos decidir qué hacer con esa emoción, una vez que surge.

Herramientas de afrontamiento

Concretamente, en el caso que nos ocupa, que es el de hacer frente a las situaciones en las que aflora el miedo al rechazo, es necesario reforzar nuestro YO y tomar contacto con la realidad:

– La mayoría de las veces, el rechazo no tiene que ver tanto con nosotros/as, como con la persona que rechaza, que es quien decide qué características, rasgos, etc. son los adecuados y cuáles no.

Las decisiones de la gente no dependen solo de nosotros/as, ni de lo que hagamos (o no) para complacerles. Aunque cueste reconocerlo, el mundo no gira alrededor de nosotros/as. Las personas tienen deseos, circunstancias y motivaciones diferentes y nosotros/as somos quienes podemos o no interpretarlos como una cuestión personal.

– Si el rechazo viene de alguien que no conocemos, es imposible que nos esté rechazando a nosotros/as. El rechazo no es sobre nuestro SER, sino sobre una actitud, una conducta, una frase,… En estos casos, el rechazo se deriva de algo que representamos para esa persona, pero eso no es asunto nuestro, sino suyo.

– Si el rechazo viene de alguien que conocemos, en este caso, suele ser doloroso, pero también necesario para descartar relaciones o situaciones en nuestra vida que quizá pueden abrirnos la puerta a otras que sean más positivas. No significa que no seamos lo suficientemente buenos/as, sino que no encajamos o que la otra persona no tiene habilidades o no desea apreciar lo que podemos ofrecerle.

– También es importante aprender a manejar las críticas, sin convertirlas en ofensas y desactivando el mecanismo de complacer.

Estrategias concretas

A continuación, te ofrezco algunos trucos concretos que pueden ayudar a gestionar ese miedo adecuadamente:

El miedo nunca desaparece. La clave está en hacer las cosas igualmente, aunque sea con miedo y no identificarnos con él. El miedo es nuestro amigo. Nos ofrece mucha información.

– Muchas situaciones de la vida que implican salir de nuestra zona de confort van acompañadas de miedo. Aprender a transitar por ellas conduce a una mayor fortaleza emocional.

Aceptar que no podemos gustarle a todo el mundo y que resistirse solo ocasiona sufrimiento. ¡Esto supone una maravillosa liberación!

– Puede ayudarnos llevar nuestra atención fuera de las sensaciones físicas que el miedo nos provoca, respirar y mirar nuestros pensamientos negativos como algo externo a nuestra persona.

Diseccionar, trocear y analizar nuestros miedos para hacerles frente más fácilmente.

Rodearnos de personas positivas que nos quieran y nos acepten como somos.

Pasar a la acción y enfrentarnos progresivamente a las situaciones temidas.

Como resumen, podríamos concluir que el miedo es una emoción que trata de protegernos pero que, en ocasiones, puede llegar a inmovilizarnos o, en el caso del miedo al rechazo, llevarnos a mecanismos en los que sacrificamos nuestros deseos y opiniones para complacer y satisfacer los de otras personas. Para superarlo, es necesario aceptarlo, entender el mensaje que encierra y a partir de ahí, gestionarlo para que a pesar de que aparezca, nos permita desarrollarnos y crecer desde el respeto, la autenticidad y la asertividad.

miedo-al-rechaz0
Photo by Bram. on Unsplash

Si te ha gustado este artículo, te animo a compartirlo por las redes sociales. Y, si deseas recibir mis actualizaciones por correo electrónico, puedes suscribirte al blog a través de este link.

Eskerrik asko! ¡Gracias por la visita!

LinkedInTwitterFacebookPinterestEvernoteEmail