Ramón y Cajal, mantuvo a lo largo de su vida un exquisito compromiso de servicio público con la sociedad. ¿Quieres conocerlo un poco más?

A veces la vida te brinda gratas casualidades y una de ellas me ha sucedido a mí recientemente, con motivo de una escapada familiar a Madrid en fechas navideñas.

Curiosamente, dentro de los estudios del Grado de Psicología que estoy cursando en la UNED, hay una asignatura, Fundamentos de Psicobiología, que inicialmente digamos que no resultaba santo de mi devoción. Sin embargo, a medida que empecé a sumergirme en ella, me ha regalado algunas “perlas” que tienen que ver con el soporte biológico de nuestro mundo psicológico y emocional. Espero compartir contigo algunas de estas curiosidades en futuros posts.

Así, hoy me propongo resaltar la figura de Santiago Ramón y Cajal, a quien conocía como Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1906, pero que he descubierto en profundidad en la mencionada asignatura como científico referente a nivel mundial por su “teoría de la neurona”. Esta teoría se basa en que el tejido cerebral está compuesto por células individuales y en la explicación de la transmisión unidireccional del impulso nervioso, que fue aceptada en 1889 en el Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana, celebrado en Berlín. Como te contaba al principio de este post, mientras vagabundeaba con mi familia por las calles de Madrid, descubrimos una exposición dedicada a este científico en la Real Academia Nacional de Medicina, en la que Santiago Ramón y Cajal leyó su discurso de ingreso el 30 de junio de 1907 y en la que contó con el Sillón número 38 como académico de esta institución. De ella he tomado la imagen principal de este post.

Además del olor añejo a madera antigua que tienen los lugares insignes como el Salón de Actos de esta institución, en el que se encuentran los 50 sillones dedicados a otras tantas especialidades médicas, esta exposición me permitió dar rienda suelta a mi tendencia a fijarme en cosas que describen a las personas desde una perspectiva más intimista. Por eso, quiero compartir contigo las cosas que me llamaron la atención y que me inclinaron a escribir estas líneas.

En primer lugar, Santiago era hijo, a decir de los textos de la propia exposición, de un “cirujano de segunda clase”, don Justo Ramón y Casasús. De la madre no se menciona nada, excepto el nombre: Antonia Cajal Puente. Pero lo que me intrigó fue que describían a su padre como “hombre severo y de gran tenacidad que acabará alcanzando la licenciatura en medicina y quien marcará la vocación médica de su primogénito”. Aquí va la primera reflexión de este post: una vez más, la importancia de la herencia en el trayecto de nuestra vida. ¡Cuánto de lo que somos viene de la genética y de los modelos o anti-modelos de nuestros progenitores!.

Otra cuestión que me llamó la atención es que Santiago (casi voy a tutearle) no fue un buen estudiante al modo tradicional. Fue educado en un ambiente rígido, pero se inclinó a desarrollar habilidades para las que parecía sentir una atracción especial, entre las que se encontraba el dibujo, la pintura y posteriormente, la fotografía, que descubrió gracias a unos fotógrafos ambulantes mientras ejercía como ayudante de barbero y zapatero, empleado por su padre en vista de sus malos resultados académicos. Estas habilidades innatas resultaron ser un recurso fundamental en sus trabajos neurológicos posteriores. Curioso, ¿no?

Pues aquí va la segunda reflexión que tiene que ver con el paralelismo que he encontrado entre este hecho y la famosa frase de Steve Jobs en su discurso de Stanford, en el que mencionaba cómo se había parado en algún momento de la vida para “juntar los puntos hacia atrás” y ver cómo de una manera u otra las personas vamos dando forma a nuestro proyecto vital, a nuestro guion de vida, sin ser verdaderamente conscientes de ello y bajo el espejismo de que las cosas que nos ocurren o nuestras decisiones puedan parecer absolutamente anodinas.

Para acabar, el tercer elemento que quiero destacar es la motivación. Me pregunto cuál puede ser la magnitud de esa fuerza interna en una persona que decide dedicar su vida a la ciencia y a la investigación. Probablemente sea uno de los campos en los que más dudoso puede ser el resultado de nuestros esfuerzos, por lo tanto, la ecuación del interés sólo puede sostenerse por un convencimiento absoluto sobre la capacidad propia, aposentado en una causa interna de carácter titánico o incluso mayor que la propia persona. ramón-y-cajal En el caso de Ramón y Cajal, mantuvo a lo largo de su vida un exquisito compromiso de servicio público con la sociedad. Yo lo traduzco a pasar por esta vida, aportando a los demás. En los tiempos que corren, me parece interesante y necesario rescatar modelos de personas que, a pesar de la trascendencia de su labor, reciben los homenajes como la roca del mito de Sísifo y a decir del propio Santiago, con “corazón de hierro, piel de elefante y estómago de buitre”.

¿Hay algo que también a ti te parezca sugerente de esta persona? ¿tienen vigencia sus valores en nuestra sociedad actual?

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