Un equipo no deja de ser una forma de interacción humana, con los matices que le confiere la presencia de su tarea y el hecho de que las personas no suelen tener capacidad para elegir con quiénes forman un equipo.

Una persona inteligente no hace a un equipo inteligente. Existen equipos que funcionan a pesar de quienes trabajan en ellos, mientras otros compuestos por personas brillantes, desarrollan inercias ineficaces. Un equipo inteligente es aquel capaz de sacar lo mejor de sus integrantes.

Lo que ocurre en un equipo no es casual. A veces es preciso bucear bajo la superficie para percatarse de qué fuerzas pueden estar afectando a las conductas y comportamientos individuales y colectivos. La premisa de partida es que todas las personas del equipo somos co-responsables de lo que se crea en nuestra interacción.

En todo caso, me gustaría comenzar recogiendo algunos atributos que deben formar parte del equipo en su ámbito relacional (Adair, 2014).

1. Lealtad y compromiso.

Lealtad de las personas al propósito común, invirtiendo juntas su tiempo y su talento, alejadas de cualquier esquema de pasividad.

2. Complementariedad.

El esfuerzo combinado supera lo que puede conseguir cualquier miembro individual. El equipo debe sentir que juntos/as, son más fuertes.

3. Unidad

El liderazgo debe promover la unidad, evitando favorecer a personas o subgrupos en detrimento de otros, haciendo o diciendo cosas que alimenten las disensiones y la discordia. Recuerda: “Todos tus patos son cisnes”.

4. De igual a igual

Las organizaciones han sido tradicionalmente jerárquicas, paternalistas. Actualmente, sin embargo, surgen otras perspectivas organizacionales en las que se trata de crear un partenariado, una conversación de adulto/a-adulto/a. En este apartado, la escucha activa es una competencia fundamental.

5. Responsabilidad

La responsabilidad implica carga, pero es la única vía para tener y sentir el control. Lo opuesto a la responsabilidad es el victimismo o la queja, que nos libera pero nos incapacita. ¿Qué sale más caro?

6. Respeto a la individualidad

Los equipos están compuestos por personas individuales, cada una con un conjunto propio de necesidades. El equipo debe aprender a aprovechar lo único y excepcional de cada uno de sus miembros.

Para gestionar todo lo anterior, las organizaciones y empresas deben aprender a ser más conscientes sobre cómo se sienten, a ganar mayor racionalidad sobre su mundo emocional y sobre cómo éste afecta a su desempeño. Se trata de una habilidad que, al igual que cualquier competencia, se entrena. ¿Cómo? Prestando atención a lo que ocurre, percatándose de las consecuencias, considerando a las demás personas y a uno/a mismo/a como elementos relevantes, reconociendo al otro como un “tu”.

Una de las claves para ello parte, irónicamente, de que el equipo asuma que, tanto en el ámbito individual, como colectivo, es humano y, por lo tanto, imperfecto. Como expone magistralmente Peñalver (2009), “un equipo eficaz es capaz de darse cuenta de sus debilidades y superar las tendencias naturales que obstaculizan la confianza, el conflicto, el compromiso, la responsabilidad y el trabajo centrado en los resultados”.

Las emociones y estados de ánimo del equipo, aunque sean como una sensación difusa que no se ve claramente, pero que se respira y se siente en el ambiente, afectan a su desempeño en un grandísimo porcentaje. Algunos/as autores/as hablan de una incidencia del 30% en sus resultados. En ocasiones, se dedica una ingente cantidad de tiempo, recursos y energía a estrategias, planes y procedimientos que, sorprendentemente, no ofrecen los resultados que se esperan. Merece la pena, por lo tanto, ser conscientes de este problema y trabajar en la expansión de ecosistemas emocionales inteligentes, positivos y gratificantes que posibiliten el desarrollo personal y profesional (Peñalver, 2009).

Al igual que las personas, en los equipos también existe una triangulación que incluye lo que el equipo piensa, lo que siente y cómo se comporta. En función de cómo piense el equipo, así se sentirá y actuará en consecuencia.

Estas y otras claves están contenidas en mi libro “Gestión profesional y emocional de equipos” publicado por ESIC-Business & Marketing School, que te invito a descubrir.

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¿Quieres conseguir un equipo de alto rendimiento y motivado? En cualquier circunstancia, tú y tu equipo podéis elegir.

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