La toma de decisiones es un proceso cognitivo autodirigido que exige esfuerzo y tiene como objetivo dar respuesta a una dicotomía o situación problemática, reducir el estado emocional negativo generado por esta situación, o ambos. Se trata, sin duda, de una habilidad básica para gestionar una empresa.

En ocasiones, el proceso de toma de decisiones se convierte en una situación estresante porque queremos evitar cometer errores. Existen varios factores que dificultan este proceso de toma de decisiones, entre los que podemos mencionar: la novedad de las demandas, la ambigüedad, la imposibilidad de predecir un resultado, la presencia de demandas que entran en conflicto, carencia de recursos, etc.

Nuestro día a día está plagado de decisiones que debemos afrontar. Algunas nos resultan fáciles y las tomamos sin dedicarle demasiado tiempo, pero, en ocasiones, experimentamos grandes dificultades para decidir.

Esas dificultades surgen habitualmente:

  • Cuando nos enfrentamos a decisiones que revisten un carácter trascendental.
  • Cuando el hecho de decidir nos genera incomodidad o angustia.
  • Cuando nos enfrentamos a situaciones en las que interpretamos que no tenemos recursos suficientes y se nos antojan inabordables, por lo que nos paralizamos.
  • Cuando, por algún motivo, la decisión que abordamos implica un conflicto de valores importantes para nosotros/as.
  • Cuando, a pesar de un análisis continuado y exhaustivo de las opciones, entramos en una especie de bucle del que no podemos salir, porque buscamos la certeza absoluta de que la decisión es correcta. Lo que hay detrás de este círculo vicioso es el perfeccionismo, el miedo a equivocarnos o a las consecuencias negativas de la decisión tomada.

Estas circunstancias en ocasiones nos llevan a demorar la toma de decisiones, lo cual tiene repercusiones como las siguientes:

  • Que las decisiones no se tomen, es decir, que nos bloqueemos o vivamos en una especie de limbo, en el que los hechos ocurren, pero no somos activos/as, sino reactivos/as. La situación, el contexto, el entorno deciden por nosotros/as, lo cual implica que nos conduzcamos con inercia o tomemos caminos equivocados.
  • Que en ocasiones decidamos sin ser conscientes de cómo lo hacemos, no pudiendo verificar que el proceso haya sido el correcto y propiciando cometer más errores.
  • Que deleguemos nuestra capacidad de decidir en otras personas que no son quienes deberían hacerlo.
  • Que las decisiones se tomen extrañamente, de forma no explícita, por otras fuerzas que “cocinan” los acuerdos, lejos de nuestro conocimiento y participación.

Generalmente, cuando tenemos dificultades para tomar decisiones, esto puede condicionar no solo nuestro desempeño profesional, sino también otras áreas vitales como familia, pareja, amistades, ocio…

Para superar este bloqueo, entre las distintas soluciones y herramientas podemos destacar las siguientes:

Gana consciencia sobre tus dificultades

  • Analiza si también existen temas que con más facilidad se te quedan atascados y sobre los que tienes más dificultades de decisión. Extrae conclusiones.
  • Visualiza qué decisiones adoptas y cuáles no, propiciando que finalmente te vengan de fuera.
  • Date cuenta de la manera en que las decisiones que tomas te identifican como persona.
  • Analiza por qué fases pasas cuando evitas tomar una decisión.
  • Verifica en qué momento ocurren las dificultades: en la fase de decisión, en la de ejecución, etc.
  • Profundiza sobre posibles conflictos o ambigüedades en las decisiones que debes tomar.

Gestiona tus emociones

  • Incrementa tu percepción de autoeficacia.
  • Recuerda situaciones en el pasado en que tomaste buenas decisiones y analiza qué recursos utilizaste y qué cosas salieron bien.
  • No trates de refugiarte en la inacción, aplazando la decisión.
  • Invierte esfuerzo, tiempo y perseverancia para evaluar adecuadamente la situación a la que te enfrentas.
  • Acepta que toda decisión, implica una renuncia. Asume que cuando dices “SÍ” a algo, estás diciendo “NO” a otra cosa.
  • Evita las decisiones impulsivas y descuidadas.
  • Acepta las consecuencias de tus decisiones y no te boicotees con el arrepentimiento, el lamento o la culpa. Extrae tus propias conclusiones y aprende.

Planifica tu proceso de decisión

  • Reflexiona. La toma de decisiones no es solamente un proceso de acción, sino también de reflexión. Previamente al inicio del proceso de toma de decisiones, piensa.
  • Ten en mente los objetivos que pretendes lograr.
  • Establece objetivos realistas, concretos, medibles y evaluables.
  • Visualiza qué ocurriría si no tomaras esa decisión.
  • Afronta las decisiones y los problemas como retos, como parte de la vida y como una oportunidad para obtener algún beneficio o aprendizaje.
  • Analiza las implicaciones, evitando lecturas catastrófistas.
  • Establece un plazo para tomar la decisión.

Implementa el procedimiento

  • Define y formula el problema de la manera más concreta que puedas.
  • Recopila cuidadosa y sistemáticamente toda la información que precises.
  • Apóyate en hechos y no en interpretaciones, conjeturas o creencias.
  • Identifica las demandas y los obstáculos.
  • Corrige posibles distorsiones que puedan interferir en el proceso.
  • Acepta la realidad y visualiza la situación como es, no como te gustaría que fuera.
  • Construye hipótesis.
  • Genera alternativas que propicien soluciones creativas.
  • No enjuicies la viabilidad de las mismas en esta primera fase.
  • Lleva a cabo un análisis coste-beneficio para decidir una primera selección de ideas.
  • Anticipa las posibles consecuencias de las soluciones generadas.
  • Descarta opciones no realistas o inviables.
  • Investiga posibles combinaciones.
  • Valora en una escala subjetiva las consecuencias positivas y negativas de cada alternativa y compara.
  • Elige la opción más apropiada.
  • Ponla en marcha y monitoriza los resultados.
  • Recuerda que es imposible predecir las consecuencias exactas de las distintas alternativas.
  • Practica y decide cada día.
Foto de Moses Londo en Unsplash

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