Las manipulaciones y el chantaje emocional son juegos psicológicos, por definición, limitantes, ya que sirven para confirmar creencias, emociones y actitudes relacionadas con nuestra identidad emocional y además se repiten en el tiempo.

En estos juegos, quienes participan ocupan posiciones complementarias. Por ejemplo, jugador/a 1: yo estoy bien, tú estás mal. Jugador/a 2: yo estoy mal, tú estás bien. Por este motivo, personas con tendencia a complacer y agradar son especialmente sensibles a participar en este tipo de juegos con personas que buscan manipular o a aprovecharse de ese tipo de personas complacientes para obtener beneficios propios, sin importarles las consecuencias y desde una posición de superioridad.

Para ello, las personas manipuladoras lanzan un “anzuelo” que engancha con el mecanismo de la víctima, haciendo que ella participe también el juego. Por lo tanto, la única manera de superar el sistema consiste en no seguir alimentando este mecanismo.

Lo primero, para ello, es detectar a quienes manipulan por medio de sus actitudes para conseguir sus objetivos. Normalmente utilizan algún tipo de subterfugio, conductas falsas o intimidatorias, falsas sonrisas, encanto superficial, alabanzas, chantaje emocional, amenazas, lágrimas de cocodrilo,…

Las señales para identificarlos son entre otras:

  • Manipulación de los hechos (mentir, falsear la verdad, poner excusas, exagerar enfermedades, retener información,…)
  • No interesarse por la víctima: no preguntan cómo estamos, ni lo que necesitamos…
  • Se molestan si les decimos que NO a algo. Reaccionan mal a las negativas.
  • No se responsabilizan de sus actos, sino que tiendan a culpar a otras personas.
  • Elevan el tono y utilizan un lenguaje agresivo o gritan en una discusión.
  • Chantajean por medio del miedo, la obligación y la culpa. Utilizan así la necesidad de aprobación para amenazar con retirarla y que la víctima luche por conseguirla.
  • Proyectan una imagen de falsa seguridad, alardeando de sus proezas, pero en el fondo son personas extremadamente inseguras, con baja autoestima.
  • Castigan a través del silencio (agresividad pasiva).
  • Exigen respuestas rápidas, no permiten reflexiones.
  • No piden directamente, sino que lo hacen por medio de nuestras emociones, para que parezca que ha sido una decisión nuestra.

Como consecuencia, con estas personas nos cuesta saber a qué atenernos. Podemos sentir confusión, miedo, culpa, frustración,… Esto es debido a que percibimos inconscientemente la incongruencia entre lo que hacen y lo que intuimos que piensan y sienten. Por eso, es muy importante, prestar atención a cómo nos sentimos cuando estamos con estas personas, qué sucede cuando tratamos de resistirnos a la manipulación. En este sentido, debemos darnos cuenta de hasta qué punto nosotros/as mismos/as recurrimos a la manipulación o iniciamos el juego al adoptar actitudes de víctima.

Una vez que hemos descubierto el juego, cómo comienza, cómo respondemos, etc. la clave es reaccionar de una forma diferente a cómo solemos hacerlo. Es preciso definir a priori qué es lo que realmente querríamos hacer en esa situación y llevarlo a cabo de esa manera cuando nos encontremos en la situación, sea por ejemplo poniendo límites a esas personas con asertividad o, en ocasiones, directamente tomando distancia y alejándonos.

Debemos concentrar nuestros esfuerzos en cómo nosotros/as podemos cambiar esta situación, ya que no podemos cambiar a la otra persona. Probablemente, la persona reaccionará insistiendo en el mecanismo para que ambos participemos en el viejo juego conocido. Para resistir la tentación y mantenernos firmes, puede ser bueno entender que su reacción tiene que ver con él/ella y no con nosotros/as y que por mucho que lo intentemos, las personas no cambian. También puede ser saludable introducir el humor cuando sea posible. Cuando lo anterior no funcione, es saludable tomar distancia y alejarse.

En general, utilizar una comunicación asertiva nos va a ayudar a dar nuestra opinión sin sentirnos culpables, a regular nuestras emociones y a resolver mejor los conflictos. La secuencia para ello es:

  • Presentar el hecho objetivamente, describiendo la conducta de la persona sin enjuiciar.
  • Expresar lo que sientes desde ti.
  • Describir las consecuencias de esa conducta si se mantiene.
  • Ofrecer una solución o realizar una petición.

En todo caso, ¡recuerda!: dos no juegan, si uno/a no quiere.

manipulaciones

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