El liderazgo ha sido una de las variables del comportamiento de las organizaciones que mayor número de estudios ha suscitado, debido sus implicaciones prácticas en el funcionamiento de las mismas y a su complejidad. De hecho, existe una amplísima variedad de formas de ejercer el liderazgo y múltiples enfoque teóricos y metodológicos. A pesar de esta diversidad, me gustaría resumir algunos aspectos que vinculan el liderazgo a una nueva perspectiva en la que el foco deja de ponerse en la persona que lidera para analizarlo desde una visión más sistémica, se trata del liderazgo identitario:
- El liderazgo no es un rasgo o característica estática que reside únicamente en quien lidera, sino que es un proceso en el que están implicados el/la líder, los seguidores y la situación. No hay liderazgos sin seguidores. Por lo tanto, el liderazgo es más una capacidad organizacional, que una característica individual.
- El liderazgo implica influencia.
- La influencia de quien lidera va dirigida a la obtención de una meta u objetivo común del grupo o equipo.
- El liderazgo es un fenómeno grupal y pierde su sentido fuera de dicho contexto.
Los líderes no lo son en abstracto, sino que son siempre líderes de algún grupo o colectivo, por ello, líderes y seguidores están unidos por formar parte del mismo grupo. Esa relación se consolida por ser parte de un “nosotros común”. La identidad social es lo que permite a las personas tanto dirigir como ser dirigidas y es central para el proceso de influencia social que reside en el corazón del liderazgo efectivo. Desde esta perspectiva, el liderazgo tiene que ver con la valoración de quien lidera como “uno/a de nosotros/as”, ejemplificando lo que nos hace diferentes y actuando de acuerdo con el interés del grupo.
Así, el liderazgo es un proceso multidimensional que se centra en las capacidades del liderazgo para representar, desarrollar, crear e incorporar un sentido compartido de identidad social. Es gracias a la creación de ese sentido compartido de “nosotros y nosotras” como el liderazgo es capaz de influir y dirigir las motivaciones individuales hacia un fin o propósito compartido. Como apuntan Avolio y Gardner (2005), las personas que lideran son capaces de incrementar la motivación, el compromiso y la satisfacción de sus seguidores a través de la creación de identificación personal y social con el equipo, grupo y/o con la organización.
Según la teoría del liderazgo identitario esta construcción se apoya en cuatro dimensiones:
-
- Por un lado, la prototipicidad del liderazgo, es decir, el grado con el que quien lidera representa los atributos y cualidades únicas que caracterizan al grupo en particular y lo hacen distinto de otros; se trata de reflejar lo que los miembros del grupo tienen en común y actuar como ejemplo y miembro modélico del mismo.
- En segundo lugar, el desarrollo de la identidad implica que líderes que no son percibidos como “del grupo”, aún pueden generar seguimiento si son percibidos como “para el grupo”, con comportamientos que velan por los objetivos comunes y actuando de manera que se sirvan los intereses grupales (no personales o de otros grupos).
- En tercer lugar, el emprendimiento de la identidad implica la definición de valores, normas e ideales que dan al grupo un significado compartido. Así, deben actuar de manera que sus palabras y hechos sirvan para crear un sentido de identidad compartida entre los seguidores. Concretamente, deben trabajar para: a) definir los límites de una identidad (quienes somos y quienes no) y hacer que las personas se sientan parte del mismo grupo (o no) y b) definir el contenido de esa identidad (qué defendemos y qué no).
- Por último, la gestión de la identidad supone que el liderazgo debe, por un lado, promover actividades, rituales y estructuras que permitan a los miembros vivir su pertenencia y, por otro lado, conseguir resultados concretos para el grupo y “hacer que esos objetivos importen” logrando un impacto en otros grupos y en el resto del mundo.¿Quién dijo que la tarea de liderar fuera fácil? ¿Te atreves a intentarlo con tu equipo?
Dicho con otras palabras, para dirigir las energías de los seguidores, el liderazgo no sólo debe demostrar que es “uno/a de nosotros/as” (prototipicidad identitaria), sino que debe hacerlo “por nosotros/as” (desarrollo identitario), para “crear un sentido de nosotros/as” (emprendimiento de la identidad) y para “hacer que ese sentido de nosotros/as tenga trascendencia” (gestión de la identidad).
Si te ha gustado este artículo, te animo a compartirlo por las redes sociales. Y, si deseas recibir mis actualizaciones por correo electrónico, puedes suscribirte al blog a través de este link.
Eskerrik asko! ¡Gracias por la visita!
Trackbacks/Pingbacks